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Lettera al Vice Gran Cancelliere dell’Università di Piura (Perù) in occasione dell’atto accademico in memoria di Mons. Álvaro del Portillo, secondo Gran Cancelliere dell’Università (30-X-1995) .

Roma, 30 de octubre 1995

Excmo. Sr.

Mons. José Luis López-Jurado

Vice-Gran Canciller

Universidad de Piura

PIURA

Queridísimo José Luis: ¡que Jesús me guarde a mis hijos de la Universidad de Piura y a sus amigos!

Me da mucha alegría poder unirme a todos vosotros con motivo del acto académico en honor de Mons. Álvaro del Portillo, segundo Gran Canciller de la Universidad. Os aseguro que me resulta fácil teneros presentes, porque —no hago más que seguir el ejemplo del Beato Josemaría y de don Álvaro— os llevo muy dentro del corazón.

Os habéis reunido para recordar a mi querido predecesor y, desde luego, la iniciativa es muy oportuna, porque la persona y la vida de don Álvaro son ejemplo para todos nosotros. Me vienen una vez más a la cabeza las palabras suyas que —lo recordaréis muy bien— con tanta frecuencia nos repetía: fidelidad, fidelidad, fidelidad. Éste es, sin duda, el mejor resumen de su vida y la explicación de la huella profunda que ha dejado en la Iglesia, en el Opus Dei y en tantas personas que tuvieron la dicha de tratarle personalmente o de beneficiarse, de algún modo, de su intensa labor sacerdotal. Fue siempre un hombre fiel hasta el heroísmo: fiel a Cristo, fiel a la Iglesia, fiel a la misión apostólica que recibió a través del Beato Josemaría.

Supo entregar sin reservas al servicio de Dios sus extraordinarias dotes y capacidades humanas: gran inteligencia, prestigio científico y personal, bondad y sencillez de ánimo, capacidad de trabajo. Con esta lealtad y con su celo por las almas, ha trazado un camino andadero, en la Universidad de Piura, y en tantas otras iniciativas educativas y asistenciales en servicio de la Iglesia, y de las mujeres y los hombres en los cinco continentes.

La fecha que habéis elegido es también significativa: el 17 de noviembre se cumple un nuevo aniversario de la bendición de la Ermita, donde se veneran las imágenes que D. Álvaro regaló a la Universidad. Recuerdo su ilusión al prestar esa colaboración, con el propósito de que los alumnos, los profesores y los empleados, pudieran acercarse cada vez más a Dios, a través de su Madre Santísima.

Con palabras suyas, tomadas de una carta que escribió a sus hijos en enero de 1980, también yo pido al Señor que todos sepamos recorrer con garbo nuestra vida, con el corazón lleno de agradecimiento y de buenos deseos, que con la gracia divina se transformarán en realidades. Siempre con nuestra mano en la de la Santísima Virgen: Ella nos llevará a Dios. Y pido al Señor que pongamos tanto tesón, tanta lucha en tratar más, más, más a la Madre de Dios, que El se quede como obligado a bendecir nuestros esfuerzos: la consecuencia será una gran elevación del nivel y de la calidad espiritual de todos y de cada uno; y mucho más amor a nuestra Madre del Cielo.

Con todo cariño os bendice

vuestro Padre

+Javier

Romana, n. 21, Luglio-Dicembre 1995, p. 391-392.

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